sábado, 16 de febrero de 2008

EL POLVORILLA

EL POLVORILLA

Esta mañana me he cruzado en la calle con Juanjo y su mujer. Me han reconocido y saludado con gran amabilidad, como recordando los tiempos en que era asiduo de su establecimiento, sin duda uno de los sitios donde mejor se comía en Burgos a un precio asequible. Y es que esto viene a cuento de que Luis Ángel de la Viuda, con gran buena voluntad, está publicando los lunes unas reseñas sobre los viejos bares de Burgos, y la última fue sobre el Polvorilla. Ahora bien, a Luis Ángel se le nota que ha vivido bastantes años fuera de Burgos, y por eso no conoce algunas de las anécdotas de los propietarios de estos viejos y añorados establecimientos. Por eso escribo esto, en realidad para mis blogueros, alguno de los cuales me ha pedido que rememore aquel Burgos y aquellos bares de entonces.

Román, el padre, quien era amigo del mío, es cierto que se presentó a concejal por el tercio de cabezas de familia, lo que ocurrió sobre los 70, y no fue elegido pese a que le votó muchísima gente, pues ponían en las papeletas el apodo de Polvorilla en vez de su nombre, con lo que esos votos eran nulos. Por eso no salió. Y sí que pretendía tirar abajo esas casas que separan la plaza de la Libertad de la calle de Santander, lo que era una excelente idea ya que se hubiesen unido los dos viejos mercados, el mayor (Plaza de la Libertad) y el menor (Plaza Mayor), creándose un gran espacio de convivencia.

De Román se cuenta, ya lo oí siendo niño, que compraba perdices en el mercado para luego vendérselas a los bilbaínos que venían a cazar y que las colgaban en el exterior de los coches para regresar a Bilbao. Los susodichos no venían a cazar, sino a pasar el fin de semana en Burgos con sus queridas, y si traían a sus perros los dejaban en la habitación de un hostal muertos de asco mientras éllos se entretenían folgando. Por cierto que se las vendía a precio de oro, pero como eran de Bilbao...

Otra cosa que recuerdo es que un día abrí sin darme cuenta la puerta de un cuartucho que estaba debajo de la escalera y ví tres corderillos, vivos y atados, lo que quería decir que les mataban en la misma cocina para luego asarles. No me extraña que las mollejas fuesen tan excelentes; era uno de mis platos preferidos.

Para qué hablar de los cangrejos, esos que teníamos hasta que un desgraciado funcionario tuvo una mala idea de la que hablaré en otra ocasión. Mal rayo le partiera aunque el pobre se haya muerto ya. Los del Polvorilla eran de los mejores de Burgos, sin desmerecer a otros como los de la Ventilla, el Pececitos, la Venta de la Petra, el Mesón del Cid, la Pedraja.... bueno, en general en casi todo Burgos les ponían bien. También había buen vino, blanco, clarete y tinto en frascas de las de verdad.

Y otra, el ambiente taurino. Por allí desfilaban toreros, aficionados de verdad cuando los toros eran toros, y si no había toros en el bar era porque no cabían. Juanjo era un gran aficionado. Por cierto, algo que no todo el mundo sabe: tenía, y de ello presumía, el carné nº 1 de la UGT de Burgos. Está jubilado hace unos años, y el Polvorilla de ahora nada tiene que ver con el de entonces, aunque salvo la buena voluntad de su titular pese a su afán de cobrar a buen precio sus estimados pinchos.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas anécdotas, buenos bares y restaurantes. Esto es Burgos... del bueno. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Genial rememoranza Manzacosas. Es un placer pasar por aquí

manzacosas dijo...

Gracias, Raúl y Blog80. Tengo un par de amigos de esa época que se saben la tira de cosas jugosas sobre nuestros bares. El problema que tengo con éllos es que no tienen correo electrónico ni creo lo quieran tener. Pero trataré de sacarles cosas. Otro día que tenga tiempo hablaré del Garilleti. Un saludo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Estos lugares, con sus gentes y sus anécdotas son los que constituyen las entrañas de una ciudad amable.
Por cierto, lo has narrado como se debe: con la pausa en el ritmo de otros tiempos. No como ahora, que ya nada importa porque de nada quedará conciencia.
Saludos.

manzacosas dijo...

Gracias, Pedro. Y no seas pesimista. También de lo de ahora quedará conciencia. Conozco gente maravillosa, como aquella joven que recogió un gato que se había caído, el idiota de él, de un tejado a 15 metros de altura. El gato vive, y es una preciosidad, egoísta como todos los gatos, pero juguetón. Un saludo

PILAR dijo...

Hola, te visito porque entre otras cosas soy agradecida y me gusta devolver las visitas.
El Polvorilla, tenía un encanto especial. Yo también leí la contraportada de Luis ángel de la Viuda, y recordé esos bares de toda la vida de Burgos, de los que ahora sigue el Victoria que me encanta. El Patillas, que por cierto alguien me dijo que lo querían traspasar y por un montón de pasta.
Recordé El Arriaga, cómo se comía y también las tardes de tertulia, cafés y baraja.
Saludos

manzacosas dijo...

Hola, Pilar. Gracias por la visita y por el comentario. Desde luego, el Polvorilla era un referente. Otro día hablaré del Garilleti. Lamento lo del Patillas, y en cuanto al Arriaga, menudos cocidos hemos podido comer allí. Si los "bareros" de hoy tuvieran tino volverían a esas costumbres. Quedan ya pocos establecimientos con solera. Un saludo.

Anónimo dijo...

Esto de comprar animales en vivo para luego matarlos en casa era muy comun.

Los de los pueblos del alfoz de Burgos los traian para venderlos en la plaza, y algunos los traian de mas lejos. Se bajaban del coche de linea y atados por las patas se los ponian como alforjas y "pa la plaza" a sacar alguna pesetica para hacer la compra en la capital

Te mando unas fotos de niña de Villatoro que montada en el burro, lleva en las alforjas los corderos para su venta en Burgos. Año 1965

manzacosas dijo...

Gracias, Anónimo. Lo que indicas ha sido de toda la vida. Y es que nuestro querido país empezó a dejar de pasar hambre ya pasados los 60, después del plan de estabilización que arrancó en el 59 Hasta entonces, jodidos y bien jodidos. Qué le vamos a hacer. Es ya historia, pero no conviene olvidarla. Un saludo

Anónimo dijo...

Yo solo recuerdo del polvorilla unas cañas bien tiradas, unas paredes alicatadas y unos platos de gambas y camarones.

Debieran haber subvencionado los bares con mesas de marmol: España, Arriaga, Adrian, Victoria ¿Sigue Roman aun?...

En uno de ellos si pasabas la mano por debajo de una de esas mesas -ejercicio arriesgado ya que desconoces lo que te puedes llegar a encontrar - se podian palpar las letras del texto de una lapida funeraria.

Lo juro

Unknown dijo...

Cuando yo conocí el polvorilla por primera vez, era un sitio francamente hecho polvo con fotos muy viejas... caíamos allí a tomar un vinillo y nada más. Me ha encantado lo que has contado y como lo has hecho, lo de los cazadores es la bomba, mi cuñado que es cazador desaparece muchos fines de semana completitos... siempre me ha mosqueado, ahora dices que eran costumbres de antes ¿no?

manzacosas dijo...

Ay, Mafaldia, que me parece que te contesté ayer, pero no veo lo que dije. Te decía que si tu cuñado es cazador, que dejes el tema a tu hermana, que sabrá qué hacer. Y también que la institución de la querida era muy propia de los bilbaínos de entonces, como también de los catalanes, son sus famosas "torres" en el campo. Por supuesto que todo tolerado por sus "cristianas esposas". Entonces eran las cosas así. Un saludo

Merche Pallarés dijo...

Qué alegría de locales de Burgos, desgraciadamente solo he estado en vuestra ciudad de pasada, por lo tanto no la conozco pero la descripción que has hecho del "Polvorilla" es como si hubiera estado degustando las deliciosas mollejas... Para tranquilizar a Mafalda solamente decirle que eche un vistazo a la novela de sobremesa "Amar en Tiempos Revueltos" y ahí se dará cuenta porque los hombres se "echaban" queridas... Besotes, M.

manzacosas dijo...

Hola, M. Pallarés. Creo que me pierdo contigo, en el buen sentido de la palabra. Lo de las queridas es un tema que no me preocupa, es ya antiguo, aunque haya conocido a queridas y sus amantes (qué cosa más estúpida, de verdad) Pero como existió sí conviene que la gente joven que vienes detrás sepa de qué va el tema. Esta tarde me meto con tus comentarios sobre Ibiza. Un saludo. Manzacosas

Merche Pallarés dijo...

Justamente, Manza, es para que los jovenes se enteren por qué antiguamente los hombre buscaban queridas. En esa novela, que transcurre en la post-guerra, lo describen muy requetebien. Por supuesto que a mí el tema de las "queridas" o amantes me trae al pairo... Besotes, M.