lunes, 31 de diciembre de 2007

MENOS GLOBITOS

MENOS GLOBITOS

Unos cuantos burgaleses intrépidos, como los que fundaron el Banco de Burgos, acudimos al Notario previo desembolso de la panoja, firmamos y fundamos Globursa (Globos Burgaleses, S.A.). Inmediatamente nos pusimos a trabajar. Me eligieron Presidente (al fin y al cabo la idea era mía) nombramos Consejo de Administración (omito los nombres por discreción) y empezamos las gestiones.

Fuímos a Valencia, donde hay un fabricante de globos, y le hicimos un pedido de tres globos para que el personal contratado se fuese fogueando en su manejo, que era sencillo, y durante dos meses esos tres globos estuvieron volando por encima de la ciudad. Todo iba a la perfección, los globos obedecían, aterrizaban y despegaban en los puntos elegidos (hospitales, plaza mayor universidad, polígonos, etc.) y admitían cantidad de personal, así que adelante con los faroles. Hasta el público les aplaudía al verles.

Pero alguien había gafado la idea. Llegó el día de la inauguración, el 20 de noviembre, día del difunto, y asistieron montones de autoridades. Se montaron los 27 ediles y el globo ascendió majestuosamente. Ya estaba a medio camino cuando de repente vino un viento huracanado que arrastró el globo hacia el este a gran velocidad. Cogí los prismáticos y le seguí para ver dónde aterrizaba, pero se perdió entre las nubes. Estuvimos todo el invierno buscando el globo y a los 27 ediles, hasta que, ya en primavera, los encontramos en el Mencilla. Estaban congelados, abrazados de tres en tres, seguramente buscando calor ajeno. Se les trajo congeladitos. Una obispa católica, feminista élla, indicó a la forense, también feminista, que mirase bien a las chicas no fuese que algún edil desaprensivo hubiese abusado de alguna con tanto abrazo en busca de calor, pero parece ser que todos se portaron bien en sus últimos momentos. En fin, que despedimos a los 27 con gran pena y dolor. Y en recuerdo de los fallecidos se decidió en Burgos que en adelante no hubiese más ediles, pues las cosas iban a no funcionar igual. Se les puso el nombre de una calle a cada uno, y al alcalde el del bulevar por donde quería que pasara el tranvía.

Con lo que nos quedamos sin globos, y mis socios y yo arruinados, como los del Banco de Burgos. Pero contentos de haber tenido una buena idea, pues al fin y al cabo lo que vale en esta vida son las buenas ideas.

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